17.5.09

Surrealista, sèrrealista...

Se despertò sudando, y no encontrò su cama.
Era una ciudad extraña;
aunque era de dìa todas las luces estaban encendidas, y la gente se sentaba en el suelo, en lugar de en los bancos, a charlar sobre el buen tiempo que se presentaba,sobre el alto precio de la fruta fresca, o sobre cualquier otro tema cotidiano.
Habìa varios de puestos en el mercado,pero,como todo en aquel lugar, le parecìan desconcertantes. Viò uno de carne y zapatos; otro de àrboles tropicales a los que en vez de regar,adornaban con nata montada;otro en el que vendìan chimeneas y otro en el que te remendaban la ropa a cambio de objetos brillantes metàlicos, desde papel de aluminio hasta chinchetas,tornillos,clavos y demàs cosas insignificantes.
Se preguntò dònde estarìa.
Intentò encontrar informaciòn preguntando a los oriundos, mas, aunque ella entendìa perfectamente sus conversaciones, ellos no conseguìan comprenderla y a menudo se encogìan de hombros y negaban con la cabeza.
Fue hasta un lugar que parecìa ser una oficina de turismo y preguntò, pero tampoco la entendieron.
Se acercò a un mapa que estaba colgado en la pared.
"Sinfonìa,patrimonio de la humanidad"
Nunca habìa oìdo hablar de nada parecido.
-"Es para que nadie nos dañe."-
Se volviò y encontrò a un niño, no tendrìa màs de ocho años.Moreno, con la nariz chata, no se podìa decir que fuera guapo,pero tenìa una sonrisa torcida muy peculiar.
-"A menudo,extraños llegan aquì y destrozan los àrboles, arrancan la hierba y se llevan a nuestros animales.Nosotros no podemos defendernos, por eso intentamos disuadirlos asì, con la cultura,quizà eso sì sean capaces de respetarlo"-
-Eres muy chico para hablar tan bien¿còmo te llamas?
-"Daniel, señora, quiere que la acompañe a algùn sitio?-
-Quiero salir de aquì.

Destàpate

No hay personas invulnerables, sòlo que algunas disimulan muy bien.

Nunca lo entenderè...

El camino es capaz de torcerse cuando todo comenzaba a encajar, y volver a retorcerse una vez màs, hasta dejarte desnuda y bocaabajo.Indefensa y aletargada.

Sola...

Otra vez, recoger los trastos, otra vez arrastrar la maleta, otra vez...

alejarme de tì.

¿Otra vez? no...

La ùtima.

Las cosas cambian, y entendì que mi madre no volverìa a ponerme màs el pijama, y que los recreos ya no eran para jugar.

Las cosas cambian,siempre cambian, y eso me atemoriza,màs que cualquier cosa.